“Hola hermana, cuando vengas llévame a la playa que me voy a tirar al mar. […] No aguanto más, no quiero vivir más”. Ese fue el pedido de Gimena Donate a su hermana el viernes 25 de octubre a través de un mensaje de WhatsApp.
Claudia logró convencerla de que la forma de solucionar los problemas no era escapando, por lo que la pasó a buscar y la llevó a una mutualista donde se atiende toda la familia.
Llegaron a la puerta de emergencia y pidieron que la atendiera el psiquiatra de guardia, quien llegó a las cinco horas. Gimena y Claudia arribaron al centro de salud a las 16:30 del viernes.
No era la primera vez que Gimena había querido morir; hace algunos meses había tenido dos intentos de suicidio. Ante esas situaciones, la joven de 37 años decidió buscar ayuda profesional y estaba bajo tratamiento para combatir la depresión.
El día que consultó, un día antes de suicidarse, el psiquiatra le dijo que lo recomendable era aumentar la medicación y seguir el reposo en su casa. Claudia, la hermana de Gimena, le pidió que la dejara internada para que estuviera contenida y segura. También le mostró el mensaje de WhatsApp que había escrito Gimena y le insistió: “Si lo hizo dos veces, lo va a hacer de nuevo”.
El profesional entendió que no había argumentos clínicos para dejar a Donate internada, por lo que las hermanas salieron de la mutualista. Al otro día al mediodía, el sábado, Gimena despareció de su casa y a los días apareció en una playa de Piriápolis (Maldonado) sin vida.
Claudia resumió la situación como un “desastre”. “Yo puedo entender que capaz no estaba para quedar internada, pero yo le pedí desesperadamente para poder evitar la muerte de mi hermana”, agregó en diálogo.
La familia Donate no tiene “fuerzas” para denunciar al médico y a la mutualista que atendió a Gimena. “Nosotros lo que queremos es que no le pase lo mismo a otra persona”, consideró Claudia.
La ministra de Salud Pública, Karina Rando, se refirió días atrás a la ley de salud mental en el caso del suicidio de Milagros Chamorro, quien también murió luego de atenderse en una mutualista.
“Cuando un paciente consulta en puerta de emergencia por un intento de autoeliminación, esa persona tiene que ponerse en observación o ser ingresado a la emergencia. No debe estar en la sala de espera”, dijo la secretaria de Estado.
También aludió a que si no hay un psiquiatra de guardia cuando un paciente acude a la mutualista, este debe ser asistido por el primer médico disponible, aunque no tenga la especialidad de psiquiatría.
Ese especialista tiene que “por lo menos hacer el triage [sistema de valoración de la emergencia del paciente] y ver qué riesgo tiene” el asistido.
“Debe evaluar si fue simplemente un intento menor, que la persona está arrepentida, que manifiesta que no lo quiere volver a hacer, o si ratifica el hecho y ratifica seguir con esa intención”, detalló.